lunes, 10 de septiembre de 2007

• Nuestra Sra. de las Escuelas Pías


Fiesta: 30 de mayo. La imagen de la Virgen María pertenece a la advocación de Nuestra Señora de Frascati. La misma fue entregada por San José de Calasanz a esta población en el año 1617. Frascati fue la primera fundación de las Escuelas Pías fuera de Roma, realizada por el mismo Calasanz acompañado de Gaspar Dragonetti, Glicerio Landriani y otros tres compañeros.

Esta imagen, realizada en cobre, la había recibido el santo de manos de la familia romana Bovarelli. Ésta, permanecía en un oratorio hogareño perteneciente a dicha familia la cual se reunía diariamente a rezar el rosario a sus pies. La devoción se fue expandiendo lentamente a extraños, atraídos por las gracias y favores que la Bendita Madre otorgaba a sus devotos. Ante un robo y posterior devolución de la imagen, el Sr. Bovarelli decide obsequiar la imagen a José de Calasanz, para que sea expuesta a la veneración pública en una iglesia. Es así como Calasanz decide llevar la imagen a Frascati, constituyéndola protectora de las Escuelas Pías y de esa población. Es la misma imagen que posteriormente será invocada como Reina de las Escuelas Pías.

La población de Frascati recuerda la protección milagrosa de la Virgen María en los violentos terremotos que acechaban la región. No parece, sin embargo, debidamene probado el milagro que se atribuye a Calasanz de resucitar a un niño, ahoagadopor su madre mietras dormía, con sólo rezar una Salve con los niños ante la Madre de las Escuelas Pías. No obstante no ser un hecho científicamente cierto este milagro y su existencia nos hablan de tres firmes convicciones teológicas de la primera comunidad escolapia:

- la protección maternal de la Virgen,
- el poder de la oración en los niños,
- la intercesión del Santo Fundador.

• San José de Calasanz. Patrono de las iglesias populares cristianas del mundo. Fiesta: 25 de agosto

Por Josep Doménech i Mira. Artículo publicado en la revista Perspectivas de la UNESCO Vol. XXVII, Nº2, Junio 1997. Págs. 351-363

José Calasanz nació el año 1557 en Peralta de la Sal, una población española de habla catalana situada en la región de Aragón, en las proximidades de Cataluña. Fue el séptimo y último hijo de una familia de infanzones, es decir, de miembros de la baja nobleza aragonesa.


Su padre tenía una herrería y llegó a ser alcalde de Peralta. Hasta los once años estudió la primera enseñanza en su pueblo y luego se trasladó a Estadilla, donde prosiguió estudios de humanidades. En 1571 se traslada a la próxima dudad de Lleida, donde se encontraba la universidad más prestigiosa de la antigua corona de Aragón. A ella acudían alumnos procedentes de Cataluña, Aragón y Valencia, las tres grandes comunidades que se integraban en la corona aragonesa. Esos alumnos, siguiendo las costumbres medievales, se agrupaban por "naciones".

Calasanz fue elegido prior de los aragoneses. Era una primera manifestación del prestigio y de la ascendencia moral que dimanaba de su personalidad. En Lleida, José Calasanz estudió filosofía y derecho. Después, siguió cursos de teología en las universidades de Valencia, Alcalá de Henares y nuevamente en Lleida, donde obtuvo el título de doctor.

En 1583 fue ordenado sacerdote, iniciando así una carrera eclesiástica que le llevó a ejercer diversos cargos en tierras catalanas. Durante esa etapa de su vida, pasó algunos años en La Seu d'Urgell, población muy próxima a la frontera francesa, que entonces resultaba muy insegura y peligrosa. En efecto, Cataluña padecía en aquel tiempo graves problemas de bandolerismo que se veían agravados en las zonas fronterizas por la constante penetración de bandas de gascones y de hugonotes que surgían de los desórdenes que imperaban en el país vecino, produciendo en territorio catalán toda clase de atropellos y extorsiones. A José Calasanz le tocó vivir la inseguridad y los peligros de aquellos tiempos acrecentados en La Seu d'Urgell por la falta de obispo, ya que la diócesis permaneció vacante durante algún tiempo. La falta de una autoridad fuerte, como la que ejercían entonces los obispos, alentaba toda clase de desmanes. El cargo de secretario del Capítulo catedralicio otorgaba a Calasanz grandes responsabilidades de gobierno que quedaron reflejadas en diez cartas escritas al Virrey de Cataluña, en las que le pedía ayuda urgente para resolver la angustiosa situación que se vivía en aquella comarca, donde los bandoleros robaban, extorsionaban y asesinaban sin límites.

Su vinculación con las tierras de Lleida se reforzó con el ejercicio de otros cargos, como el de visitador de Tremp, población en la que había un convento de dominicos que enseñaban la lectura y la escritura. Calasanz era entonces un hombre joven de gran estatura y de gran fortaleza física. Esas condiciones naturales iban emparejadas con la gran fuerza moral, intelectual y espiritual de que daría prueba durante toda su vida. En la tenacidad con que Calasanz realizó su gran obra pedagógica hay efectivamente algo de hercúleo, gigantesco, que sólo un hombre de sus extraordinarias condiciones podía soportar.

La preocupación por los pobres y los desfavorecidos ya se manifestó en sus años de juventud en España, cuando creó una fundación en Claverol que todos los años distribuía alimentos a los pobres de aquella localidad. Esa fundación benéfica funcionó hasta 1883, es decir, casi dos siglos y medio. La gran preocupación social que Calasanz demostraría después en su obra pedagógica tiene ese antecedente revelador en plena juventud.En 1592, cuando el futuro pedagogo tenía 35 años de edad, se traslada a Roma con el afán de hacer carrera eclesiástica. Allí residiría la mayor parte de los 56 años que aún le quedaban de vida. Durante esa larga estancia, sin perder sus raíces hispánicas , se convertirá en un auténtico romano, plenamente identificado con la ciudad y con el país.En 1597, conmovido por la pobreza y la degradación moral en la que vivían numerosos niños romanos, funda en la iglesia de Santa Dorotea del Trastévere la primera escuela pública, popular y gratuita de la edad moderna de Europa, la primera Escuela Pía.

En 1600 introduce la Escuela Pía en el interior de Roma, y poco después tiene que hacer ampliaciones para poder acoger a los numerosos alumnos que llegaban de todas partes. En 1610 escribe el Documentum Princeps, en el que expone los fundamentos de su obra pedagógica. Este documento va acompañado de un reglamento para maestros y de otro para alumnos. En 1612 traslada la escuela a San Pantaleón, que se convertirá en la casa matriz de las Escuelas Pías.Ese mismo año, debido a la crisis interna que vive la obra y a las intrigas y tensiones externas, Calasanz es apresado brevemente e interrogado por la Inquisición. El año siguiente, el anciano pedagogo se ve inmerso en una lucha de intereses políticos y de intrigas de personajes ambiciosos que termina con la destitución del cargo de General de la Orden que él había fundado, cayendo en desgracia y siendo sustituido por uno de sus detractores. Durante los años siguientes continúa la desgracia de Calasanz y la Congregación pierde categoría, hasta el punto de que su obra de tantos años se ve en peligro de hundimiento.

En 1648, todavía en desgracia, muere Calasanz casi a los 91años de edad, siendo enterrado en San Pantaleón. Ocho años después de su muerte, el papa Alejandro VII rehabilita las Escuelas Pías. En 1748, la Iglesia católica beatifica a José Calasanz, que sería canonizado 19 años más tarde. Finalmente, el 13 de agosto de 1948 el papa Pío XII lo proclama patrono de las Escuelas Populares Cristianas del mundo. Actualmente, las Escuelas Pías están extendidas por numerosos países de Europa, África, América y Asia.

Pensamiento Espiritual y Pedagógico de San José de Calasanz. Autor: A. Miró

La larga vida de San José de Calasanz ocupa prácticamente la segunda mitad del siglo XVI y toda la primera parte del XVII. Persona abierta a la realidad circundante, recibió el impacto de las ideas y problemas que le rodeaban, y con su compromiso personal contribuyó al progreso de las ideas y a la solución de los problemas. Se puede afirmar que, junto con otros de sus contemporáneos, fue protagonista -aunque poco conocido- de la transición del renacimiento a la modernidad.En la formación espiritual de Calasanz mucho influyeron las corrientes renovadoras del siglo XVI en España, personificadas en algunos autores ascéticos y místicos como García de Cisneros y Juan de Avila, Bernardino de Laredo y Francisco de Osuna, Luis de Granada y Teresa de Jesús, Antonio Cordeses y Andrés Capilla.

La huella de algunos de estos autores se refleja en la enseñanza espiritual del Santo, años más tarde, cuando propone a los religiosos de su Orden un camino espiritual basado en el propio conocimiento como paso inicial e indispensable para la progresiva identificación con Jesucristo; y la práctica de la oración interior, como medio necesario para progresar tanto en el conocimiento personal como en la intimidad con el Señor. Los autores antes citados recomiendan dos tiempos fuertes de meditación: el de la mañana, dedicado a la pasión de Cristo, y el de la noche, al propio conocimiento, partiendo de los novísimos. Esta práctica la estableció Calasanz diariamente como fundamental en su Orden desde los orígenes.En las Constituciones que escribió el Santo para sus religiosos, en sus cartas y en otros documentos redactados por él después de la fundación de las Escuelas Pías, proyecta y encarna esta experiencia interior en el compartir diario de la comunidad fraterna y en la entrega diligente al ministerio específico de la educación. Y como consecuencia de ello, en los escolapios, tanto la práctica de las virtudes evangélicas y el empeño ascético como el compromiso apostólico de toda vida cristiana, quedan coloreados de manera peculiar por el carisma recibido que integra y unifica todos los aspectos de su vocación.

Fue precisamente a partir de la dedicación de Calasanz a la educación de los hijos de las clases populares en Roma, en los años de transición del siglo XVI al XVII, cuando fue elaborando de modo explícito su pensamiento pedagógico, fruto de su personal itinerario espiritual y social. Precedentemente algunos pensadores humanistas como Juan Luis Vives, Erasmo y el mismo Lutero habían teorizado sobre la educación de niños y jóvenes. Incluso algunos fundadores religiosos anteriores, como Jerónimo Emiliani, Antonio M. Zaccaria e Ignacio de Loyola, habían iniciado obras asistenciales y educativas muy meritorias. Sin embargo, el pensamiento y la acción de Calasanz significaron una ruptura respecto a la cultura pedagógica anterior por el interés práctico demostrado enfavor de la educación de las clases populares desde los primeros años y por la orientación científica dada a la enseñanza, además de la tradicional humanística.En diversos escritos fundacionales, Calasanz hace un planteamiento teórico claro de lo que pretende con la obra iniciada: contribuir a la reforma de la sociedad y a la felicidad temporal y eterna de las personas, educando a los niños en la fe cristiana y en las letras humanas, por medio de escuelas pías , es decir, populares y cristianas. Esta filosofía fue llevada a la práctica por Calasanz durante cincuenta años hasta su muerte Y organizó no menos de treinta colegios en diversos estados europeos, dotándolos de educadores preparados, estructuras adecuadas y reglamentos escritos por él mismo. Para Calasanz, la figura del educador es elemento fundamental en la consecución de los objetivos pedagógicos y sociales de su obra. En su persona confluyen una vocación religiosa y una vocación educativa que se integran en una identidad propia.De ahí que el pensamiento espiritual y pedagógico de Calasanz se exprese de manera singular cuando escribe, con matices diversos en toda ocasión, sobre la figura ideal o perfil de este educador que podemos llamar calasancio; será un hombre entregado a la educación evangelizadora de los niños, formado cultural y metodológicamente de manera continua, viviendo en comunidad sus compromisos de religioso y practicando las virtudes características de su carisma: confianza en Dios, amor a Jesucristo, devoción a María, pobreza y humildad, caridad y paciencia, entrega y abnegación, esperanza y alegría...

El pensamiento espiritual y pedagógico de San José de Calasanz, y la práctica del mismo propuesta a sus primeros compañeros en Roma al comenzar el siglo XVII, dio origen en la Iglesia a una espiritualidad pedagógica y a una pedagogía espiritual de rasgos característicos que son una de las primeras manifestaciones de la espiritualidad y de la pedagógia modernas.

Esquemáticamente, así se podría redactar ser una síntesis del pensamiento espiritual y pedagógico de San José de Calasanz:

Todo camino espiritual se inicia por el propio conocimiento y continúa con el proceso de identificación con Cristo, obra del Espíritu, mediante la creación y la entrega personal.
La vida escolapia es una forma adecuada y directa de seguir evangélicamente al Señor en cuerpo y alma.
Esta forma de vida integra la consagración por medio de los votos, la vida fraterna en común y la dedicación al ministerio específico.
Es un proyecto de vida que implica acrecentar progresivamente la docilidad al Espíritu, la confianza en María -madre y educadora- y el sentido eclesial.
Requiere, además, el constante cultivo de las virtudes evangélicas y pedagógicas características del carisma escolapio.
En la vida espiritual lo fundamental es dejar obrar a Dios, pero también se debe colaborar con el propio empeño.
La identidad del educador calasancio es ser Cooperador de la Verdad , o sea, vivir y servir simultáneamente a Cristo en la misión.
Del ministerio escolapio depende la felicidad futura de cada educando y la reforma de la sociedad.
La educación impartida ha de ser completa, integrando las letras y ciencias con la doctrina y piedad cristianas, siendo ésta última prioritaria.
En el ministerio educativo hay que atender principalmente a los pobres y a los niños desde los primeros años.
La enseñanza ha de preparar para la vida, incluyendo humanidades pero también ciencias o matemáticas y habilidades prácticas (caligrafía, música...).
El método didáctico ha de ser breve, sencillo y eficaz para que los niños aprendan en poco tiempo.
La escuela debe ser graduada y ha de constar, al menos, de cuatro grados en la enseñanza elemental y de otros cuatro para las humanidades y ciencias. Cada alumno pasa individualmente al grado superior cuando esté preparado para ello.
Todas las escuelas pías tienen un plan educativo común. Pero cada una de ellas tendrá las estructuras educativas adecuadas, según las circunstancias, y un reglamento propio que determinará las funciones diversas y las obligaciones de los alumnos, maestros, directivos, padres de familia, autoridades civiles, etc.


"A tu amparo y protección, Madre de Dios acudimos, no desprecies nuestros ruegos y de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita, defiende siempre a tus hijos. Amén."

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